Al llegar al cruce de la carretera de Ubrique – Benaocaz y tomar la avenida o paseo de los Arbolitos, no tienes más remedio que abrir las ventanillas del coche para dejar entrar ese intenso olor a encinas, acebuches y quejigos que conforman un auténtico mosaico de vegetación y que te trasladan directamente a los mejores momentos de tu infancia.